martes, 7 de febrero de 2012

Con Fe Herencia del Partido.


“El respeto a la libertad y al pensamiento ajenos, aun del ente más infeliz, es en mi fanatismo: si muero, o me matan, será por eso”. José Martí.

Esto huele a podrido, el despotismo personal que hasta el momento ha sido la causa de todos los males que nos aquejan, pretende legitimarse como despotismo político y así perpetuarse, al menos mientras vivan los llamados líderes históricos.

Al hacerse evidente, que no hay relevo confiable para continuar la satrapía una vez desaparecidos los actuales líderes, preparan el terreno para el ascenso al poder de una nueva generación de burócratas partidistas que no dudarán en traicionarlo todo para sobrevivir.

Lo que tanto se ha temido desde el siglo XIX, la entrega de la nación a los Estados Unidos, queda en manos de un partido donde pululan los corruptos, arribistas, lacayos y oportunistas que no dudarán un instante en salvar su tajada cuando llegue el momento de decidir entre soberanía y beneficios personales.

Nuestro Apóstol Nacional, el tan traído y llevado José Martí, alertó sobre los peligros del caudillismo, el anexionismo y demás ismos que podían echar por tierra los esfuerzos independentistas. La Revolución Cubana está carcomida desde la raíz debido al paternalismo, el socialismo y el fidelismo del máximo líder, exigente por sobre todas las cosas, de fidelidad absoluta a su persona. Renuente a la crítica, formó varias generaciones de “hombres nuevos” hipócritas y egoístas, hábiles para trepar a los puestos más atractivos con solo aplaudir o mover la cabeza afirmativamente. Borracho de aplausos y genuflexiones, Fidel Castro prefirió el vedetismo político al gobierno responsable.

El principal problema para Cuba, no es la corrupción, sino la falta de producción, sin producción no hay riquezas, y los corruptos lo quieren todo para sí. La corrupción siempre existió a niveles monumentales dentro del proceso revolucionario, ahora se hace más evidente porque ya no queda casi donde robar.

El pueblo sabe que la producción está en sus manos y no en las de la burocracia partidista, mientras no haya libertad, no va a haber producción. Esto lo sabían los próceres independentistas cubanos cuando decidieron liberar a los esclavos, no por altruismo, sino por la baja productividad de esa fuerza de trabajo y la competencia de los productores del voraz vecino del norte.

Ahora, se aproxima el momento de los nuevos cuadros que barrerán con todo lo que pueda quedar de dignidad, y Cuba se convertirá en una república frustrada, al modelo de Somalia, donde el sálvese el que pueda sustituirá al patria o muerte apocalíptico.

El peligro para Cuba no proviene del exterior o de la oposición interna, única parte sana de la sociedad aun con todos los problemas sabidos, el peligro está dado desde el mismo momento en que nació este engendro conocido como revolución cubana, inviable por demagógico y antinatural, fruto de la megalomanía y la irresponsabilidad de uno, que ha resultado el peor de todos los gobernantes que han pasado por aquí, ¡y mira si los hemos tenido malos!

En su discurso clausura de la Primera Conferencia del Partido –ojalá sea la última-, Raúl Castro dio el portazo y botó la llave, no hay cambios, esto lo pusieron así ellos y quieren que siga así, por lo que piden toda la comprensión y apoyo posibles, sin trompetillas ni campañas mediáticas que los pongan nerviosos.

hildebrando.chaviano@yahoo.com

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