Publicado por Diario De Cuba
Cuando parecía que ahora si iba por todo, Raúl Castro recoge
cordel, bastó una estrambótica carta del hermano a los estudiantes universitarios
en la que hizo mención como de pasada a las conversaciones con el gobierno de
los Estados Unidos, y el discurso del día 17 de enero se convirtió en un
discurso de guerra de guerrillas, los himnos antimperialistas se escucharon en
Costa Rica como si hubiéramos regresado a los años sesenta.
El presidente cubano se lanzó en denostaciones contra
Estados Unidos, contra la oposición cubana que para él no existe, y contra la
sociedad civil no aliada al régimen, la cual según él tampoco existe.
Internet es un peligro y las conversaciones, después de
todo, no son tan positivas para Cuba porque todavía no devuelven Guantánamo ni
le dan la libertad a Puerto Rico, además, faltan el levantamiento del embargo y
la compensación por todos los daños y perjuicios. Sin el cumplimiento de estos
requisitos, Cuba no seguirá adelante en la normalización de relaciones.
Por otra parte, el gobierno cubano exige que los Estados
Unidos no deben hablar más de derechos humanos en Cuba, ni apoyar a los cubanos
que se opongan al régimen, porque en Cuba no hay oposición política sino unos
cuantos mercenarios y otros confundidos, que sobrevaloran la libertad de
expresión, reunión, asociación, información y comunicación.
O sea, los 75 presos del 2003 excarcelados bajo licencia
extrapenal no son presos políticos, como tampoco lo son los 57 recientemente
liberados a raíz de las conversaciones entre los dos gobiernos, o los que son
golpeados, vejados, perseguidos y encarcelados
a diario por reunirse, o manifestarse pacíficamente a todo lo largo y
ancho del territorio nacional.
Hablar de esos temas constituye para Castro una violación de
la soberanía nacional y del derecho del pueblo cubano a escoger el tipo de
dictadura que mejor le convenga. En resumen, que de las conversaciones sin
condiciones el gobernante cubano ha pasado a las condiciones para no conversar.
Esperemos que la postura de guapería en marcha atrás
mostrada en Costa Rica sea solo un gesto para contentar a algún trasnochado que
prefería a los tres espías presos y el embargo intacto para justificar las
reuniones latinoamericanistas y los discursos antimperialistas de tantos idiotas.
Tradicionalmente, los gobernantes cubanos se han puesto muy
nerviosos con la política de buen vecino de los presidentes demócratas norteamericanos,
con los republicanos no obstante se portan bien porque la política de
hostilidad les viene como anillo al dedo, pero los presidentes de mano suave
los hacen cometer errores y volverse resbalosos a la hora de tomar las
decisiones, “donde dije digo, digo Diego”.
Casi recién estrenado Obama como Presidente de los Estados
Unidos, Raúl Castro, en una de las tantas reuniones celebradas entre amigos
esta vez en Isla Margarita, Venezuela, se atrevió a decir empujado por los
colegas presentes, que estaba dispuesto a hablar con Obama de todo, de derechos
humanos y todo, en el lógico nerviosismo por la importancia de lo que iba a
anunciar, derribó micrófonos, le cayó a pescozones a Daniel Ortega, y se
atrevió, lo dijo. Al día siguiente su hermano lo desmintió y desautorizó en el
órgano de prensa del Partido Comunista.
En honor a la verdad, si fuera FC el que estuviera al mando
ya habría buscado la forma de tumbar un par de avionetas, crear un éxodo masivo
o hasta enviar una expedición militar al fin del mundo con tal de que estas
conversaciones dejaran de ser.
Por suerte el sucesor tiene sus propios intereses como es el
retiro soñado para disfrutar en paz de sus ahorros, está bien lo de ser
dictador, pero con tantos sobresaltos se enferma cualquiera. Son demasiados
años engañando a todo el mundo, o a casi todo el mundo, y eso estresa, nadie
comprende que el trabajo de un déspota puede llegar a ser agotador.
En ese orden de cosas, Raúl Castro tiene intenciones de
dejar establecido un modelo político y económico al que no termina de darle
forma porque en realidad es algo así como la criatura del Dr. Frankenstein; una
economía capitalista pero centralizada en las manos de un aparato estatal
curiosamente integrado en su totalidad por miembros del partido comunista
enemigos jurados del capitalismo, un puñado de empresarios privados llamados
cuentapropistas en la neo lengua, que malamente pueden sobrevivir a los
impuestos, inversión extranjera pero no para los nacionales, Internet pero con
bloqueos, filtros y altos precios.
Mientras, en lo político, dicen que regirá una democracia
monopartidista al estilo soviético, donde no tendrán
cabida partidos opositores pues todo el pueblo, como un solo bloque, estará
alineado siguiendo al líder, debajo el líder. Ni que decir que la sociedad
civil estará dirigida por militares y el futuro seguirá perteneciendo al
socialismo.
Este panorama es el que pretende dejarnos Raúl Castro,
depende del pueblo que los cambios en Cuba no sean solo cosméticos para
satisfacer el apetito de capitalistas y comunistas unidos solidariamente
para…jorobar a los cubanos.
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