No es una broma, Rene
Hernández Castellón, Viceministro de Economía y Planificación de Cuba, concedió
una entrevista al periódico Granma para dar explicaciones respecto a distintas
actividades que se están llevando a cabo en el renglón de la planificación de
la economía. El trabajo periodístico firmado por O. Fonticoba Gener, constituye
un laberinto semántico del cual lo único que se puede sacar en limpio es que la
planificación de la economía nunca ha funcionado en todos estos años, y que además,
en el 2015 van a insistir con lo mismo a ver qué pasa.
Sin embargo, el título de
la crónica es rotundo, “Planificar la economía es prever el desarrollo”. ¿Qué
entiende el periodista por prever? ¿De qué desarrollo está hablando? Ni el
propio viceministro se atreve a definir aspectos tan delicados, todo se
circunscribe a un evento cuya primera versión el año pasado no arrojo resultado
alguno, fue algo así como la consabida agua de borrajas.
La conversación al
parecer transcurrió en un ambiente muy entretenido refiriendo que la feria,
porque así se define el evento, fue un ejercicio (sic) donde participaron un
grupo de ¿empresas? circuladoras
mayoristas seleccionadas…y bla, bla, bla, incoherencias tras
incoherencias, datos sin importancia, una acotación sobre la liberalización de
las fuerzas productivas y dos cosas que quedaron bien claras, las doce empresas
mayoristas seleccionadas para el experimento de marras incumplieron y no
obstante, el plan para el 2015 fue
aprobado con un crecimiento superior al 4%.
Las empresas incumplen
los planes y como resultado, a los planificadores no se les ocurre nada mejor
que aumentarlos para el siguiente año, como si el deseo de incrementar el
Producto Interno Bruto fuera por si solo suficiente para lograrlo.
Planificar la economía sin
tomar en consideración el mercado y los precios, aunque se presente como una
ventaja en realidad es el mayor error del gobierno cubano al pretender que el
desarrollo del país se va a lograr con profecías, que no otra cosa son los
planes estatales.
En realidad está por ver
que algún plan económico sea cumplido, la empresa estatal socialista con sus 55
años de planificación, es tan ineficiente hoy como el primer día. El gobierno
cubano se vio obligado a legalizar empleos no calificados considerados
normalmente como informales, para de esa forma disminuir la tasa de desempleo y
de paso mejorar las finanzas con la aplicación de exorbitantes impuestos que al
final desestimulan a los emprendedores.
La inversión extranjera,
esa varita mágica de la economía cubana, también choca de frente con el muro de
la planificación, la incertidumbre da
escalofríos a los que por un lado quisieran poner su dinero en Cuba, y por otro
temen perder los huevos que pongan en la canasta cuando esta canasta está en
las manos de burócratas fijadores de precios arbitrarios e ignorantes de las
leyes del mercado.
Aun así, en Cuba celebran
por estos días el aniversario de la creación del Ministerio de Economía y
Planificación, “garante del desarrollo general del país” (sic) según el “Granma”.
El Ministro del ramo en persona indicó que estarán en el centro de las
transformaciones a realizar dentro de la actualización del modelo económico
cubano resolver los problemas estructurales – centralización y estatismo- de la
economía frente al reto de la satisfacción de necesidades ilimitadas con
recursos limitados, así como los relativos a principios macroeconómicos -desempleo,
crecimiento, inflación, balanza comercial-.
Hay problemas básicos
comunes a cualquier economía, como aquel que plantea que no se puede distribuir
los que no se tiene, o dicho de otro modo, para satisfacer unas necesidades hay
que sacrificar otras. La macroeconomía, por su parte, está ligada a los efectos
de la política económica sobre el bienestar social y la asignación eficiente de
los recursos.
Este círculo vicioso no
puede ser roto con una política voluntarista, sino con las leyes del mercado,
de ahí que en los sistemas de corte socialista soviético como el cubano y el
que se pretende imponer en Venezuela, al incurrir en gastos paternalistas y
populistas, el Estado comete lo que llamaremos errores que al final se convierten en perjuicios
a la sociedad como son la inflación, la improductividad y el desequilibrio en
la balanza comercial.
Por el momento, la
solución encontrada parece ser un capitalismo salvaje donde de buenas a
primeras el pueblo que confiaba en las bondades del socialismo, tiene que
apretarse el cinto y sufrir los males
del capitalismo con ajustes incluidos, pero eso sí, sin ninguna de sus
ventajas.
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