lunes, 30 de marzo de 2015

Raúl Castro, la Granja Animal y el Regreso de los Hombres.


Publicado por Diario De Cuba


En agosto del presente año se cumplen setenta años de la publicación de Rebelión en la Granja o Granja Animal, obra del escritor inglés George Orwell. Por su actualidad aplicada al realismo político cubano, se hace referencia a la misma.
Un país, como una granja, debe ser dirigido de acuerdo a ciertos valores y principios universales, entre ellos el principio de responsabilidad individual del gobernante. Como gobernante de todos los cubanos, lo queramos o no, Raúl Castro debería mostrarse más responsable; digo esto no solo porque se le pague un salario al que debe responder, sino porque él no fue designado para dirigir unos miles de militantes del Partido Comunista, ni siquiera a la mayor parte del pueblo cubano si lo fuera, el dictador cubano fue designado para dirigir a la totalidad de la población del país, comunistas y no comunistas, castristas y anticastristas, socialistas y liberales.
Para cumplir esa encomienda, el general y sus lugar tenientes deberían en primer lugar dejar de perseguir y encarcelar a las personas que no les son afines y de paso, no utilizar los improperios, acusaciones y descalificaciones que conforman su discurso cuando se refieren a los opositores y disidentes cubanos e incluso a los que sin declararse opuestos al régimen, alguna que otra vez dejan oír su desacuerdo con la política oficial.
Un gobierno que practica una política de exclusión no es un buen gobierno. Si los microempresarios o cuentapropistas son acosados y exprimidos con impuestos y prohibiciones insoportables al ser considerados pichones de capitalistas que aspiran a cambiar el sistema económico; las personas que van a la Sección de Intereses de los Estados Unidos para acceder al servicio de internet o recibir cursos de computación o idioma Ingles son mercenarios al servicio del imperio norteamericano; y así sucesivamente todos y cada uno de los cubanos que no demuestran una sumisión absoluta al régimen como corresponde a un buen súbdito, son considerados enemigos, quiere esto decir en primer lugar, que el gobierno no está seguro de sus propias fuerzas, es un gobierno débil que no confía en el pueblo y por esa razón no le permite expresarse.
Sin embargo, la experiencia demuestra que los que más daño han hecho al país en todos estos años, han sido precisamente los fieles acatadores de las orientaciones venidas de arriba, la gente de confianza del régimen, los revolucionarios a carta cabal, antimperialistas y fidelistas hasta la muerte que nunca  ponen objeción a una tarea del partido por absurda que sea.
Cada vez que uno de esos “revolucionarios” participa en un mitin de repudio está votando por los maestros que venden los exámenes, por el mal estado de los hospitales llenos de moscas y cucarachas y escasos de médicos, por los mercados vacíos y la carne de cerdo a cuarenta pesos la libra, por el transporte público colapsado, la basura que no se recoge y las adolescentes ejerciendo la prostitución en las calles. Cada marcha, desfile, concentración, movilización, acto de reafirmación y otras actividades político-culturales, es una negación al desarrollo del país, al bienestar de sus hijos y a la seguridad de los ancianos. Cada voto unánime de los Diputados de la Asamblea Nacional no es un voto por un sistema social enigmático y utópico, es un voto por la doble moral, la corrupción y el inmovilismo.
Si al gobernante cubano le interesara, debería entender que los que más lo aplauden hoy pueden ser los traidores de mañana, no sería la primera vez, en tanto que sus críticos más ácidos son los que en realidad desean lo mejor para Cuba. Un bote con un solo remo gira en círculos, es necesario un remo del otro lado para que el bote avance.
Pero mantener el poder parece ser el objetivo único de Raúl Castro, si es así, entonces se justifica su total renuencia a reconocer y sostener conversaciones serias con los opositores políticos y la sociedad civil independiente. Que prefiera conversar con el gobierno  norteamericano como si se tratara del  salvavidas del socialismo en Cuba, es una muestra de oportunismo político.
El pueblo cubano, todo, tiene derecho a ser oído, y así como el régimen despótico reclama ser admitido por la comunidad internacional incluyendo al archienemigo del norte, en lo interno a  los cubanos de tendencias políticas diversas les corresponde igual derecho, lo que implica su reconocimiento por las autoridades y la renuncia a los ataques físicos y verbales de que son víctimas.
La exclusión de los diferentes es discriminatoria, humillante y constituye una práctica genocida al condenarlos al aislamiento y la demonización sin tener oportunidad de exponer sus razones como ciudadanos.
El comunismo, al igual que el nazi-fascismo, crea enemigos que les sirven como justificación para reprimir y dominar, lo mismo da que sean judíos o eslavos, demócratas o capitalistas, intelectuales u homosexuales, el sistema los odia tanto como los necesita, la sociedad comunista debe estar uniformada, unida alrededor de un líder y su partido, todos deben pensar igual, sentir igual y actuar como autómatas obedientes a un centro de mando único.
Si lo anterior es el modelo de país que quiere Raúl Castro perpetuar, no creo que dure mucho más, ya ha durado demasiado y a estas alturas el capítulo final de la Revolución cubana no será siquiera un estallido social, más bien  parecerá un globo que se desinfla con una bochornosa trompetilla.
Mientras, vemos a los cerdos invitando a los Hombres a la granja para divertirse y hacer negocios con ellos a espaldas y a expensas de los demás animales porque, aunque todos son iguales, hay algunos más iguales que otros. Sobre Cuba se cierra el ciclo de la Granja Animal.




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