Saber leer es saber andar, saber escribir es saber
ascender. José Martí
Durante
decenas de años, el gobierno cubano ha promovido, entrenado, armado y
financiado multitud de organizaciones,
partidos políticos y movimientos guerrilleros en Asia, África y América. El
dinero ha corrido en grandes cantidades para sostener y llevar a la práctica la
idea de crear dos, tres, muchos Vietnam y exportar el socialismo estalinista a
todos los rincones del mundo. Mientras las tropas cubanas han combatido a todo
lo largo y ancho del planeta en una aventura guerrerista que desgastó al país,
Cuba ha acogido a militantes de los movimientos separatistas vascos e
irlandeses, a las FARC y el EP colombianos, a sandinistas, zapatistas,
montoneros, tupamaros, senderistas y cualquier otro espécimen de la fauna
terrorista del mundo.
Hoy,
estos mismos gobernantes solidarios que adquirieron el yate “Granma” con dinero
aportado por el ex presidente Carlos Prío, que recibieron armas y dinero de
cubanos y extranjeros residentes dentro y fuera del territorio nacional, para
financiar la frustrada revolución del
59, y que ahora reciben donaciones de los Pastores por la Paz y cualquier otro tonto crédulo, se despotrican gritando improperios contra los
disidentes y los amigos que los ayudan a subsistir frente a la bestialidad de
un régimen que expulsa del trabajo a los que manifiesten su desacuerdo con el
gobierno, aunque ni siquiera sepan lo que es un opositor político.
La
política seguida por el gobierno cubano contra la disidencia pacífica, es de
asfixia total, -no te doy trabajo, y si te ayudan, eres un mercenario-. Algo así como una pelea
de león contra mono, y el mono amarrado.
Dice
el Código Penal cubano con respecto al delito de mercenarismo: “El
que, con el fin de obtener el pago de un sueldo u otro tipo de retribución
material, se incorpore a formaciones militares integradas total o
parcialmente por individuos que no son ciudadanos del Estado en cuyo territorio
se proponen actuar, incurre en sanción de privación de libertad de diez a
veinte años o muerte.”
En
el caso de los periodistas y escritores, el voluntarismo llega al extremo de
pretender que la prensa independiente se convierta en una sucursal del órgano
oficial del partido. A la acusación en este caso, se le agrega que todo lo que
dicen los disidentes es contrario al régimen. No faltaba más, parece una broma,
quieren sumar a la causa totalitaria a los únicos que se atreven a pensar por
sí mismos y expresarlo.
Es
cierto que a favor del gobierno se podrían nombrar dos o tres cosas positivas,
hasta un reloj parado da la hora dos veces al día; pero, ¿a qué precio se han
alcanzado estos tan cacareados logros cada vez más maltrechos?; exilio,
fusilamientos, cárceles, golpizas, humillaciones, odios y miedos
institucionalizados, simulación, corrupción generalizada, en fin, el mal.
Es pura
superstición creer a estas alturas en la revolución cubana y su socialismo, en
sus líderes y en sus leyes injustas y anacrónicas. El que quiera ver los
errores garrafales de Fidel Castro como ejemplos de genialidad, ese es su
problema, los lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido demuestran
lo contrario. El que insista en la construcción de un sistema utópico que los
rusos abandonaron por imposible, en tanto chinos y vietnamitas se han
encargado de desmontar pieza por pieza
hasta no dejar nada, no se ofenda si le llaman tonto.
No
se pueden describir en otros términos los resultados de casi 54 años de
fidelismo. Aunque los oficiales de la Seguridad del Estado lo tomen casi como
una ofensa personal, la prensa debe ser crítica y no complaciente como
prostituta barata, el discurso elogioso envilece a los gobernantes, y
descalificar a la intelectualidad disidente con la imputación de ser agentes de
una potencia extranjera, es cobardía política.