Aunque parezca increíble, el Foro Raza y Cubanidad fue
suspendido por la Seguridad del Estado, motivo, el primer día se les había
asignado a los organizadores una cuota de veinte asistentes, y en un acto de
desacato intolerable para el régimen,
pasaron de treinta los participantes.
Los oficiales de la Seguridad del Estado encargados de poner
la cara plantean con mucha seriedad que estas reuniones son ilegales. Pero, si
son ilegales con treinta participantes, ¿no lo son igualmente con veinte?
La razón de tanta sin razón es que el temor del gobierno
aumenta en la misma medida que crece el descontento de la población por los
fracasos reiterados en su gestión, sumado
al crecimiento indetenible de la disidencia organizada.
La respuesta del gobierno cubano al cambio de actitud de la
Comunidad Europea con respecto a la llamada “Posición Común”, y a la votación
mayoritaria en las Naciones Unidas contra el embargo económico de los Estados
Unidos, ha sido reforzar las medidas represivas contra la disidencia pacífica.
Impedir la asociación y reunión de ciudadanos independientes
que debaten temas de interés para todos los cubanos, es un acto de salvajismo
político. Si la sociedad cubana necesita del debate, todos deben ser
escuchados, no solo los que les cantan loas al Presidente y a sus brillantes
cortesanos.
Acaben de entenderlo de una vez, la crítica es necesaria
para el funcionamiento saludable de la gestión de los gobernantes. Aprendan a
escuchar, no repriman a los que no tienen más arma que la palabra, no amenacen
a los indefensos, no sean degenerados en su obediencia ciega al déspota.
De todas formas, el Foro está en las calles, en los barrios,
en cada casa, y en la conciencia de los mismos oficiales y agentes de la
Seguridad del Estado, que, aunque por su propia voluntad se hayan castrado el
cerebro, siguen siendo seres humanos capaces de pensar y ver de qué lado
está la razón aunque ellos tengan la
fuerza como les gusta decir.
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