Oficiales de la Seguridad del Estado se quejan, dolidos, de
que en mis artículos sólo escribo sobre
lo que funciona mal en el país, y tienen razón, sin embargo no me disculpo,
porque la prensa plana, radial y televisiva del gobierno se deshace en
alabanzas al máximo líder, al hermano del máximo líder, a los seguidores del
máximo líder y a los disparates de todos ellos, es suficiente.
Qué más quisiera yo, que poder decir algo positivo, a mí
tampoco me gusta lo que veo, pero espero el momento oportuno; de seguro será cuando
los niños con más de siete años puedan tomarse un vaso de leche, o quizás cuando
el Parque Martí vuelva a servir para jugar pelota, baloncesto, fútbol, y sus
piscinas estén llenas de agua y de niños aprendiendo a nadar, o cuando se
declare erradicado el marabú de nuestros campos, o tal vez cuando la carne de
cerdo tenga el precio al que se vendía en los desaparecidos mercados libres
campesinos, o cuando los ejecutores de la matanza del remolcador “13 de Marzo”
sean juzgados y sancionados como criminales de lesa humanidad, o cuando tener
acceso a Internet no se considere un delito, también podría ser cuando se
ratifiquen los Pactos Internacionales sobre Derechos Civiles, Políticos y
Económicos, o cuando sea derogada la Ley Mordaza y el Código Penal ya no recoja
como delitos el asociarse y reunirse, o cuando no tenga que intercambiar
palabras con un oficial del DSE, mientras me veo rodeado por una veintena de
esbirros prestos a utilizar la fuerza bruta.
Al gobierno cubano lo mueve el miedo a la verdad, a que las
personas vean sus desnudeces, sus pústulas y suciedades. Lo que no quieren que
se diga públicamente, es su obra de más de medio siglo, pretenden que encubrir
la inmundicia los mantendrá a salvo de lo que se avecina.
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