Algunos intelectuales cubanos tienen predilección por la
catibía, plato indígena a base de yuca, insípido y de bajo nivel nutritivo. Por
extensión, se le llama así a los que gustan de practicar la tontería como
oficio, hablar mierda disfrazados de científicos,
defender lo indefendible y justificar lo injustificable.
El diario “Granma” dedica este viernes más de dos páginas a lo que
considera la autora del artículo “modelo de bienestar”, y se refiere en primer
lugar a “el no sentimiento de exclusión,
el no vivir “anomia social”. A continuación la emprende en un galimatías
donde dice que “Los cubanos todos tenemos
un nombre y una biografía porque todos tenemos
espacios de pertenencia (familia, escuela, comunidad, centro de trabajo) y de
participación social, todos en nuestra
vida hemos asumido responsabilidades, asistimos en el barrio a las reuniones, a
nuestro consultorio médico, votamos en la misma urna, compramos los productos
normados en el mercado o tenemos el mismo mensajero.” ¿Quiere decir con esto que el resto de los habitantes
del planeta no tiene nombre ni biografía?, ¿Que no hay vida social o
pública en otros países?
Lo nombrado como anomia social, el “Tú no existes”, es la
experiencia más vivida en nuestro país por todo el que se pronuncie en contra
de los gobernantes, del socialismo, del picadillo de soya, del estado
calamitoso del transporte público, de los malos maestros, de las sentencias dictadas
desde arriba, de la falta de viviendas, del desabastecimiento en los mercados y
de las elecciones donde no se elige a nadie. En otras palabras, la mayor parte
del pueblo no existe, padece de anomia social según el decir de la doctora
devenida articulista.
La solidaridad social, la creatividad e inteligencia
colectiva, son otras de las sandeces con que se apea la susodicha; el tener que
pedir “botella” (autostop) para trasladarse al trabajo, a la escuela o a un
hospital, debido al deficiente sistema de transporte que padecemos, es parte
del bienestar a lo cubano, lo mismo que tener que molestar al vecino para hacer
una llamada telefónica, porque la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A.
(ETECSA), no le pone el servicio a todo
el que lo desee, sino a algunos escogidos.
En cuanto a lo de inteligencia colectiva, en el mejor de los
casos es una soberana estupidez, somos seres humanos, no abejas o termitas,
somos ante todo, individuos, con aptitudes, capacidades y necesidades materiales
y espirituales muy diferentes de unos a otros. No hay pueblos inteligentes o
creativos, lo que existe son personas individuales inteligentes y creativas que
al gozar de libertad, son capaces de generar beneficios para ellos mismos, y
para la colectividad.
Ser solidario no significa pertenecer a un rebaño, aunque para muchos cubanos este sea
el estado ideal, un paraíso de hierba, agua y sombra, donde pensar es un delito
y el orden establecido no debe ser cambiado. Las ovejas felices en su redil, en
espera de ser trasquiladas, de quedarse en cueros con la cabeza gacha sin
emitir ni un balido.
Contrario a lo que manifiesta la doctora, en Cuba
desaparecieron hace mucho las tradiciones y las relaciones de familia. Si los
cubanos no chatean en la red, no es porque prefieran jugar dominó con los
amigos o matar el tiempo en familia, se debe a que el gobierno tiene prohibido
el acceso a Internet.
Por otra parte, se
vive en una sociedad profundamente estratificada; los cubanos están clasificados
por razas cuando a los policías les enseñan en la escuela que la mayor parte de
los delincuentes son de tez negra, están divididos por ingresos económicos
cuando los que reciben remesas familiares comen, visten y viven mejor que los
otros, sufren discriminación cuando los orientales tienen prohibido venir a
residir a la capital de todos los cubanos.
Las diferencias de clase se hacen evidentes al ver
indigentes comer de los contenedores de basura, mientras los líderes del
gobierno y sus familiares reciben raciones periódicas de alimentos que no
pagan, juegan golf, pasean en yates y vacacionan en Varadero, en los cayos, o
en el extranjero, todo a expensas del sudor de los trabajadores.
En realidad, el modelo cubano de bienestar que presenta el
diario “Granma”, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, carece de
atractivos para los que quedan al margen de las esferas de poder. Como en el
cuento, el rey está desnudo por mucho que sus lacayos insistan en lo bien que
le queda el traje.