El 23 de julio de 1953, Raúl Gómez García
redactó el llamado Manifiesto del Moncada, 60 años después, parece un documento
escrito en este año 2013. Hasta ese punto llega el incumplimiento de los
ideales que llevaron a un grupo de jóvenes a alzarse contra la dictadura de
turno. Sirva de referencia su párrafo J, “La Revolución declara su respeto
absoluto y reverente por la Constitución que se dio el pueblo en 1940 y la
restablece como Código Oficial.”
Debieron pasar 17 años después del triunfo
de la revolución, para que los cubanos tuviéramos una constitución, pero esta
no fue la prometida durante todo el proceso insurreccional, sino una espuria
constitución socialista que constituye una burla a toda la sangre derramada por
los ideales de democracia, libertad y desarrollo económico.
No obstante, hay algunos detalles que
diferencian la dictadura de Fulgencio Batista de la actual; los miles de
cubanos presos, fusilados, exiliados y ahogados en el Estrecho de La Florida,
marcan la diferencia. Si sumamos el retroceso económico, la falta absoluta de
libertades ciudadanas y lo prolongado de esta dictadura, en una escala del 1 al
10 los Castro tendrían 10 puntos y Batista 1.
Si de conciencia cívica se trata, la
juventud cubana actual no sabe ni siquiera qué es eso, más de cinco décadas de
adoctrinamiento, engaño y terror, ha embotado la capacidad de razonar de los
cubanos. Cuando un cubano de estos tiempos llega a formarse un juicio que se aparta
de los conceptos oficiales, de inmediato su policía interno le dice que está
equivocado, que si el partido y el máximo líder quieren las cosas torcidas, es
porque así están mejor. Si insiste, ya otros se encargarán de hacerle ver lo
confundido que está, y lo peligroso de su confusión.
De esta juventud aletargada, materialista e
hipócrita, que solo ve la solución a sus problemas en un viaje de no
regreso a los Estados Unidos, España,
Italia o Angola, no se puede esperar civismo ni rebeldía, el egoísmo es su
filosofía y la sobrevivencia a cualquier precio su razón de ser.
Las ideas de Marx, Lenin, Fidel, El
Ché; los formadores del “hombre nuevo”,
son las que han llevado a la degeneración social de la que se lamentan hoy los
que la provocaron, solo el regreso a los universales valores cristianos salvará
a Cuba de la desaparición a que está condenada por la irresponsabilidad de sus
líderes.
Se necesita un trabajo profundo que
reinstaure los valores morales y cívicos que permitieron a la generación del
Centenario percatarse de que las cosas no estaban bien en Cuba. Martí debe
bajar de las academias y los altos centros de estudio y ser conocido en las
escuelas primarias, La Edad de Oro debe ser asignatura permanente en la
enseñanza de los niños y jóvenes.
hildebrando.chaviano@yahoo.com