En el inmueble marcado con el número 205 de la calle 6 entre
11 y Línea, en el Vedado, está a punto de ocurrir una catástrofe. Por puro
milagro, ayudado con vigas de madera a manera de muletas, el edificio se
mantiene en pie aunque ya haya perdido una buena parte de la azotea.
Los vecinos que aún viven en él a riesgo de sus propias
vidas, se niegan a ser trasladados a albergues que nunca podrían sustituir lo
que ha sido su hogar durante decenas de años. Ancianos, niños, jubilados,
trabajadores, estudiantes y amas de casa
son víctimas de la indolencia gubernamental.
El pueblo sufre callado mientras el Consejo de Estado, el
Ministerio de las Fuerzas Armadas, el Ministerio del Interior, el Poder Popular
y otros organismos pertenecientes a la Administración Central del Estado,
mantienen desocupados miles de inmuebles que se deterioran en el abandono y el
desuso.
Capricho, egoísmo, o maldad monda y lironda, es lo que mueve
a los dirigentes cubanos a no hacer nada, a esperar que por falta de
mantenimiento los edificios se les derrumben encima a las personas, mientras
ellos viven plácidamente en las mejores casas de los mejores barrios de La
Habana, heredadas de la burguesía que abandonó el país en los primeros años
después del triunfo de la revolución.
Se entiende que cuando los dirigentes hablan de defender las
conquistas se refieren a sus mansiones, palacetes, fincas y cotos de caza,
nunca a las cuarterías de La Habana, o a los edificios en ruinas como el de la
calle 6 número 205. De qué valen las reuniones del Poder Popular cuando el país
sigue gobernado por sordos a conveniencia y oportunistas insensibles.
hchaviano5@gmail.com
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