Después de tantos años de querer limpiar la
imagen guerrerista, pendenciera y torpe que le es consustancial, el gobierno
cubano, una vez más y como quien no quiere tener buenas relaciones con el
vecino del norte, acaba de cagarla. De nada valdrán las explicaciones
infantiles de que el armamento era antediluviano, o que el viaje era de ida y
vuelta.
En el manifiesto del barco no aparecían las
armas declaradas entre las mercancías llevadas a bordo, las escondieron
chapuceramente como un perro esconde un hueso, y lo más importante, está
prohibido por las Naciones Unidas llevar armamento de guerra a la dinastía anti-popular y anti-democrática de Corea. O bien alguien se quiso pasar de listo y ayudar
aunque fuera simbólicamente a un amigo en desgracia, o a Raúl Castro le están
serruchando el piso.
Estos disparates son una costumbre en la
política exterior cubana, sobre todo cuando más mala es la situación interna,
como si quisieran desviar la atención del fracaso de los cambios,
actualizaciones y cacharreos al socialismo del siglo XXI. Carter aflojó la mano
y Castro I le mandó más de cien mil cubanos por el Mariel entre ellos presidiarios, locos y agentes del G-2. Clinton buscó acercarse,
incluso se negó a firmar en un inicio la Ley Helms-Burton, y fueron derribadas
dos avionetas que no constituían ningún peligro para la seguridad cubana, ahora
Obama reinicia las conversaciones sobre temas migratorios con esperanzas de más,
y justo en este momento se les ocurre que hay que reparar cohetes y aviones en
el país que se lleva las palmas en agresividad y desafío al mundo entero.
Parodiando a un enemigo inveterado de la
paz; en los castristas no se puede creer ni un tantico así, son terroristas
desde antes de la toma del poder en 1959, y amigos de terroristas. ¿Qué dirán
los defensores de los viejitos de Birán en los Estados Unidos y en el resto del
mundo? …aunque le quemen el hocico, huevero se queda.
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