El FOCSA, edificio ubicado entre las calles
M, N, 17 y 19 en el Vedado, es considerado una de las siete maravillas de la
ingeniería civil cubana. Su construcción duró dos años y cuatro meses. Cuando
se terminó en el año 1956, despertó sensación en la población por su novedad
tecnológica y marcó el comienzo de la era de los edificios altos habaneros.
Posee una altura de 121 metros, consta de 29 pisos con 373 apartamentos con
vista al mar. Tiene un área de estacionamiento con capacidad para 500 automóviles, un piso de
oficinas, un jardín con piscina y la planta baja está ocupada por tiendas,
restaurantes, cafeterías, un banco y una oficina de correos. En la torre, se
encuentra el restaurante que lleva precisamente este nombre.
Hasta aquí la historia. A lo largo de sus
casi seis décadas de existencia, el FOCSA se ha visto sometido a la agresión de
la ineptitud revolucionaria. Escuela de becarios de secundaria básica, hotel,
albergue para estudiantes extranjeros, oficinas y unidades militares con radares incluidos. Su
hermoso jardín donde crecían cocoteros y almendros, llegó a ser una huerta
ruinosa, una de las piscinas desapareció al ser convertida en cisterna, la otra permanece vacía nadie sabe
por qué razón. Su fauna; caracoles, mariposas, grillos, lagartijas, lombrices de tierra, la rana más
pequeña del mundo, todo murió, a duras penas un jardinero con un machete lo
mantiene con algo de decoro.
La prolongada reparación que sufrió hace
unos años, fue una verdadera chapucería que sirvió para justificar un
gigantesco desvío de recursos (fraude) que nunca ha sido aclarado a pesar de
que fue algo escandaloso.
Hoy se asiste a otra etapa en el desguace
del edificio. Algunas entidades como la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba Sociedad
Anónima (ETECSA) y COPEXTEL, se han dado a la tarea de convertir en oficinas
los locales originalmente diseñados como apartamentos familiares, sin tener en cuenta cuantas paredes haya que derribar. El exceso de
personal burocrático traerá aparejado el sobre uso de los ascensores y las
bombas de agua, con el consabido perjuicio a los propietarios residentes.
La entidad administradora del inmueble,
Palacio de Convenciones (PALCO), cobra una cifra exorbitante a las empresas
arrendatarias, pero es el caso que dado que todas las entidades involucradas
pertenecen al monopolio Estado Cubano, el dinero pasa de un bolsillo a otro del
mismo dueño, aunque de vez en cuando, con tanto trasiego, algo cae en otras manos.
El resto de los apartamentos vacíos seguirá
así, entre el canibalismo y el abandono hasta que las afectaciones sean de tal
magnitud que no haya nada que salvar o arrendar o robar.
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