lunes, 18 de mayo de 2015

Cuba real y Cuba posible.


Publicado en DDC
Al fin parió Catana, como diría mi abuela. El día 29 de marzo a las diez de la mañana me presenté en las oficinas de la Comisión Electoral Municipal de Plaza de la Revolución, para ver cómo había quedado mi biografía, la misma que aparecerá junto a mi foto para servir de referencia a los electores de mi Circunscripción.
Como era de esperar, los redactores omitieron datos aportados por mí aduciendo que no se habían podido comprobar, lo cual en todo caso constituye un acto de ocultamiento intencional de la verdad, asimismo,  aparece como un hecho que mi baja del Ministerio del Interior, organismo al que llegué como soldado del Servicio Militar Obligatorio, se debió a conducta impropia, lo que constituye una mentira flagrante y calumniosa, pues fui dado de baja por solicitud propia cuando se cumplió el termino del reenganche a los cinco años y medio.
Pero lo mejor son las referencias a mis actividades como disidente político, a las cuales llaman actividades contrarrevolucionarias, a las organizaciones de la sociedad civil con las que tengo vínculos las califican de grupúsculos contrarrevolucionarios, los artículos de opinión que escribo brindando soluciones al gobierno, son contrarrevolucionarios y así sucesivamente, entre omisiones, mentiras, verdades a medias, expresiones de odio e intolerancia dirigidas a predisponer a los electores contra los que piensan diferente y otras linduras, se completa el documento digno de haber sido fabricado en el departamento 21 de la Policía Política.
Soy un producto de mi época, el hombre nuevo creado por la revolución cubana obligado a ser un fiel seguidor de hombres viejos. Estudié Derecho en la Universidad para revolucionarios de La Habana y crecí entre preparaciones combativas, discursos histéricos y fracasos históricos. Me convertí en disidente leyendo la Edad de Oro, La Historia me Absolverá y la Declaración Universal de Derechos Humanos. El Apóstol de nuestra independencia y el Fidel Castro del año 53 la hubieran pasado muy mal con la Ley 88.
Por esta razón siento una gran pena por los encargados de dar la cara en una situación tan vergonzosa, los que pensando defender a la revolución permiten que tras esa palabra se escuden los que llevan más de medio siglo haciendo daño al país y que bajo la alfombra de la revolución se esconda toda la basura de planes incumplidos, errores y horrores cometidos, caprichos dictatoriales y la secuela moral de no poder disentir jamás, so pena de perder las prebendas.
Ni siquiera el socialismo fue bien defendido durante el análisis de la versión biográfica redactada al más puro estilo del Departamento de Seguridad del Estado. Se me dijo  que las expresiones descalificatorias no eran por odio o intolerancia, sino porque aquí rige el socialismo, es decir, la vigencia en Cuba de este sistema político justifica la ofensa verbal hecha pública a un candidato a delegado del Poder Popular electo por sus conciudadanos.
El socialismo como sistema deja mucho que desear, pero con estas defensas a ultranza de la falta de respeto y el odio al que piensa diferente, cae de la batalla de ideas al desprestigio de una filosofía que se muestra precisamente carente de ideas. De la distribución equitativa de las riquezas, origen y centro de la tesis socialista, se ha derivado hacia el “voy a seguir aquí porque me da la gana, y no te quejes”. Pudiera ocurrir que por negarse a compartir una mínima cuota de poder, una porción casi insignificante, el régimen esté arriesgando perder por soberbia todo vestigio de credibilidad que a estas alturas pueda quedarle  dentro y fuera de nuestras fronteras.
De cualquier modo, agradezco la radicalización (de alguna forma hay que llamarle) de lo que fue una autobiografía y se convirtió en  un pasquín de “SE BUSCA”. Ahora los electores podrán decidir después de leer unas pocas líneas, si continúan votando indolentemente por delegados que no los representan, o por un cambio de mentalidad que los convierta en protagonistas de su propia historia.


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