Solidaridad, esa es la
palabra preferida de los gobernantes cubanos. Gracias a la solidaridad de la ex
Unión Soviética, se mantuvo con vida el experimento llamado revolución desde
principios de los años sesenta hasta el derrumbe definitivo del imperio;
grandes y costosos planes sociales en los renglones de la salud pública y la
educación fundamentalmente, pleno empleo sin productividad e incluso
cooperación gratuita con gobiernos amigos.
Todo esto a costa de lo
producido por los trabajadores del gigante euro asiático, obligados a subsidiar
la debacle económica cubana, sin esperanzas de recuperar alguna vez ni la más mínima
parte de su esfuerzo.
A partir de la
improductividad alcanzada por los trabajadores cubanos lo mismo en los campos
que en fábricas y talleres, los préstamos y donaciones se convirtieron en algo
de vida o muerte para Cuba. El dinero y demás recursos venidos de la madrecita
URSS evitaron en más de una ocasión el
colapso del país.
No obstante toda aquella
ayuda, las autoridades cubanas lejos de invertir en desarrollar la industria o la agricultura
aplicando nuevas tecnologías, se dedicaron a apoyar, promover y financiar
guerrillas e invasiones mientras lo que resultó ser la inversión coyuntural, se
centró en la formación de médicos destinados más tarde a la exportación, y en
la construcción de hoteles para turistas extranjeros.
La inversión, porque de alguna forma ha de llamarse a la
explotación a que se ven sometidos los médicos y demás trabajadores cubanos en
el exterior, ha servido para salvar por el momento las finanzas del Estado
cubano, al convertir las llamadas misiones de colaboración en la principal
fuente de divisas con que cuenta el país junto con las remesas familiares y en
menor medida el turismo.
Por supuesto que de estos
tres renglones, el único que aporta al producto interno bruto es el turismo, de
ahí que una vez más el anhelado crecimiento económico es en realidad un
espejismo, y el sostén que todos esperan es la llevada y traída solidaridad, da
lo mismo que la ayuda venga de Venezuela que del Congo, lo que hace falta es
que llegue para mantener la imagen de que el socialismo en Cuba va viento en
popa y el desarrollo sostenible solo depende de lo que los amigos puedan
aportar.
En esta batalla eterna en
procura de ayuda, el gobierno cubano sufrió un encontronazo cuando hace unos
días un alto representante del gobierno chino de visita en La Habana, dijo una
frase lapidaria, lo que buscan los chinos en las relaciones con otros países es
una política de “ganar-ganar”, o sea, que no
van a regalar nada, pero dejan ver la oportunidad de obtener beneficios
mutuos en una relación comercial normal donde ningún país se convierta necesariamente
en la sanguijuela de otro invocando la solidaridad. Por supuesto que estos
planteamientos egoístas propios del capitalismo en el que han sucumbido los
camaradas chinos, no deben haber caído nada bien entre los esperanzados
camaradas de La Habana.
Todavía a estas alturas
el gobierno cubano prefiere la ayuda del exterior antes que el desarrollo de la
propia economía, haciendo gala de una maña especial para practicar la
mendicidad y a la vez lucir victorioso.
Cada vez que a lo largo
de nuestra historia socialista la economía cubana parecía ir bien, coincidía con un incremento de la ayuda exterior que
falseaba los verdaderos resultados como ocurrió en los años ochenta cuando
veíamos los hoy añorados “mercaditos” llenos de productos provenientes del
bloque soviético y que dicho sea de paso, nunca se pagaron.
La proclamación del
periodo especial para tiempos de paz fue el reconocimiento oficial de que lo
poco o lo mucho que se había logrado hasta ese momento en todos los órdenes, no
era debido a la dirección magistral del país por el líder absoluto y su partido
único, ni por las bondades del sistema político y económico vigente, sino por
la condición de satélite privilegiado de la URSS que ostentó Cuba por tres
décadas.
De continuar en la
creencia de que la mejor opción es la economía estatal centralizada ahora en
feliz concubinato con los capitalistas inversores extranjeros, el país seguirá
empobrecido y azotado por la corrupción y la ineptitud de los mandamases
criollos, sumadas a la falta de escrúpulos de los señores capitalistas que los
ayudarán a construir el socialismo o lo que es en realidad, un modelo de
capitalismo monopolista de estado pasado de época y con demostrada
disfuncionalidad.
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